Darío Suro el Dibujante

“El dibujo es todo,” me dijo Dario en varias ocasiones_ refiriéndose a Cézanne o a los maestros del Barroco italiano, quizas con motivo de una exposicién dedicada a esa disciplina predilecta que para él siempre provocaba especial regocijo. A pesar de su gran admiraci6n por la pintura de los grandes como Tiziano, Velazquez o Monet, era de la opinién que el dibujo era fundamental: el punto de partida y la manera mas légica para poder captar la esencia basica de un creador. Veia el dibujo como una firma, algo inconfundible y definitivo siendo una extensién directa del pulso del artista. En resumidas cuentas, saboreaba un gran dibujo, lo consideraba como una huella que llegaba al fondo y seducia completamente el ojo del publico.

Fotografia de Dario Suro y Federico Suro
Dario Suro y su hijo Federico, Atlantic City, 1958

Me explicaba frecuentemente que era una forma quizas mas satisfactoria y éxitosa de comunicar una visién, siendo una experiencia mas directa e informal. Sus deberes domésticos, los problemas de la vida y sobre todo el hecho de que nunca encontré una situaci6n profesional que le permitiera dedicacién completa y mayor acercamiento a su carrera artistica fueron las razones por las cuales pintaba esporadicamente. La realidad fisica de expresarse en pintura exige concentracion total y su destino le interrumpia con distracciones demasiado prosaicas para un creador. A veces pasaban dias, meses; en fin, etapas sin poder activar su pincel, pero de repente comenzaba de nuevo a pintar en profusion. Es como si hubiese llegado a un oasis y entonces no podia parar. Lo que ocurria casi siempre es que en esas fases podia crear diez, quince o hasta veinte pinturas de amplias tallas. Igualmente, sus interrupciones podian ser provocadas por momentos en que le daba por escribir, lo cual era otra de sus grandes pasiones.

Sin embargo, casi nunca abandonaba esa parte integral de su ser que era el dibujo, lo cual era un habito cotidiano y constante que le servia de terapia y desahogo. Aunque podia dibujar sobre papel fino o en cuadernos especiales, desarrollando una tematica a través de lineas cuidadosamente trazadas, era mas usual en él servirse de cualquier cosa que estuviese a su alcance. Los objetos mas corrientes le podian servir de estimulo. Dibujaba sobre servilletas de papel, trozos de periodicos, revistas y libros, vasos de cartén y hasta su correspondencia. A veces se descuidaba y dibujaba sobre documentos importantes. Utilizaba lapices, boligrafos, marcadores, plumas con tinta china o cualquier otra cosa que encontrara. En realidad no el importaba el destino final de dichas obras. Las realizaba mas bien por una necesidad del momento y no porque se las imaginara enmarcadas en algun distante futuro. Eran mas bien apuntes ‘“dibujisticos” de elementos obsesivos que surgian de su interior y que necesitaban exteriorizarse. Los dibujos también servian como una especie de cofre, un lugar donde guardaba y amontonaba ideas que deseaba conservar para luego ser llevabas a pintura. Pero sobre todo el dibujo le servia de ejercicio, algo semejante a la gimnasia, ya que era una manerade mantenerse en forma. Casi siempre estas prolificas obras encontraban su destino en gavetas, en sobres o en los bolsillos de sus chaquetas o abrigos. No habian sido concebidas con la idea de presentarlas en exposiciones de galerias 0 museos. Eran fragmentos de su persona y productos de un momento particular que se pudieran ver como algo util o funcional. En estos dibujos se pueden destacar sus inquietudes, sus preocupaciones y otros estimulos en una forma tangible. Su linea podia ser singular, minuciosa y minimalista, pero también podia ser compleja, nerviosa, y barroca. Dibujar para Dario Suro era la forma mas constante de mantenerse en contacto con su obra. Por razones obvias también le ofrecia una alternativa mas factible que podia facilmente ejercer hasta en los momentos problematicos de su vida.

Autorretrato
Desnudo, 1975

Ninguno de los diversos recuerdos que conservo de mi padre dibujando se ha quedado tan firmemente grabado en mi como el siguiente. En el verano de 1958 visitamos Atlantic City, en New Jersey. Una mafiana salimos a caminar por una playa desierta. Como era muy temprano y el dia estaba bastante fresco llevabamos camisas a pesar de estar en trajes de baño y descalzos. De repente Dario se alejé de mi y comenzé6 a dibujar sobre la arena con sus pies haciendo aparecer figuras desnudas gigantescas. Lo hizo con gran rapidez y su cuerpo se movia con marcada agilidad y gracia. Parecia como que alguna fuerza desconocida le estuviese dictando sus cadenciosos pasos y movimientos que parecian cuidadosamente coreografiados a pesar de su espontaneidad. Me dié la impresi6n, al comienzo, que el rito que yo estaba observando era una mas de esas payasadas que a él le encantaban, elaborada para entretenerme, pero en breve me di cuenta que Dario se perdia en lo que estaba haciendo, como si el acto de dibujar sobre la arena lo hubiese hipnotizado. Como casi siempre ocurre en momentos semejantes comenzaron a llegar personas de todos los costados, quienes por admiracién o curiosidad escudrifiaban su arte efimero sobre la arena. El publico repentino le hizo salir de su trance y seguimos nuestro rumbo después que él se sonriera con los espectadores quienes seguian observando la exposicién de obras en la playa. Cuando regresamos, un buen rato después, nos dimos cuenta que quedaban pocos rasgos de las figuras sobre la arena, éstas habian sido en gran parte borradas por el oleaje y las pisadas de la gente que llenaban la playa. Recuerdo haber pensado en ese momento que era una verdadera lastima no haber tenido la camara fotografica conmigo ya que los dibujos eran muy hermosos y debian conservarse en alguna forma concreta. Para Dario, ésto era lo Ultimo que se le hubiese ocurrido. Lo importante era el ejercicio y la espontaneidad del momento. Que una ola borrara sus dibujos le parecia perfectamente poético y; en-conclusi6n, tan ldgico como su necesidad de desahogarse - en ciertos momentos de su vida - a través de la expresividad de las lineas.

Federico Suro (hijo), Nueva York, otoñio de 1997. Texto via ICAA

Este articulo se publicé anteriormente en El Caribe de Santo Domingo, Republica Dominicana el sébado, 9 de enero de 1999.